Recorrimos Lanzarote en bici durante dos días, explorando el norte y el sur de la isla. Desde el Mirador del Río hasta Timanfaya, pasando por Los Hervideros y La Geria, enfrentamos viento, carreteras épicas y buena gastronomía. Una experiencia inolvidable
Nuestro viaje ciclista a Lanzarote comienza con anécdotas desde el avión hasta el alojamiento: coches de alquiler, bicicletas, un vendaval que nos pone a prueba y un solo baño para ocho personas. Entre risas y retos, así arranca nuestra aventura en la isl
Después de meses planeando esta escapada ciclista, por fin aterrizamos en Lanzarote, una de las islas más singulares del archipiélago canario. Conocida por su paisaje volcánico, su clima árido y sus carreteras ideales para el ciclismo, esta isla es un destino perfecto para poner a prueba nuestras piernas… y nuestra paciencia con el viento.
Somos ocho ciclistas con diferentes puntos de partida: Alemania, Inglaterra, Bilbao y Valencia. A pesar de la diversidad geográfica, todos tenemos algo en común: la pasión por la bici y la incertidumbre de cómo será rodar con un vendaval en contra.
Nuestro objetivo será ver los puntos de interés que hemos marcado en un mapa, veremos si conseguimos el 100%!
En el aeropuerto recogemos nuestros coches de alquiler y nos dirigimos al punto donde nos esperan nuestras bicicletas. Un momento de emoción… hasta que nos damos cuenta de que algunas necesitan ajustes. Frenos, sillines y cambios que parecen tener vida propia, pero nada que unas manos hábiles y un poco de paciencia no puedan solucionar.
Mientras tanto, el viento nos da la bienvenida con un saludo agresivo. No es solo una brisa, es un muro de aire que nos hace preguntarnos si podremos rodar sin salir volando. Lanzarote no se anda con juegos.
Nuestro campamento base está ubicado en una casa rural a varios kilómetros de Costa Teguise, una de las principales zonas turísticas de la isla. Costa Teguise es conocida por sus playas, su ambiente relajado y su fama entre los windsurfistas… algo que nos confirma que el viento no es solo una impresión nuestra.
La casa en la que nos alojamos está bastante apartada, lo que en teoría es ideal para descansar después de las rutas. Pero hay un pequeño problema: el camino para llegar es un auténtico infierno. Baches, tierra suelta y pendientes que nos hacen plantearnos si estamos entrenando para el ciclismo o el rally.
Por si fuera poco, descubrimos otro reto logístico: un solo baño para ocho personas. O nos organizamos bien, o esto se convertirá en un experimento de supervivencia.
Decidimos salir a comprar lo básico para los desayunos y, de paso, buscar un sitio para cenar. Acabamos en un restaurante indio en el que las raciones resultan ser más pequeñas de lo esperado y, para sorpresa de todos, el curry no viene con arroz. Una elección culinaria curiosa, pero al menos nos da energía para el día siguiente.
De vuelta en la casa, nos enfrentamos a un nuevo desafío: dormir con un viento que parece querer arrancar las puertas. Las ventanas vibran, las puertas golpean y nos vemos obligados a cerrarlas con llave para evitar que se abran solas en plena noche.
Nos metemos en la cama con una mezcla de cansancio, emoción y la ligera preocupación de que al día siguiente tengamos que pedalear contra este huracán. Mañana comienza la primera etapa sobre la bici… si el viento nos lo permite. 🚴♂️💨
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Recorrimos Lanzarote en bici durante dos días, explorando el norte y el sur de la isla. Desde el Mirador del Río hasta Timanfaya, pasando por Los Hervideros y La Geria, enfrentamos viento, carreteras épicas y buena gastronomía. Una experiencia inolvidable
Puerto de Aubisque conseguido