Nuestro segundo día en bicicleta comienza a las 8 de la mañana, siguiendo el recorrido planificado por Alberto.
En esta ocasión no necesitamos coche, ya que discurre por el parque de Anaga, la zona norte de la isla, que es precisamente donde estamos alojados (Bajamar) y que bien parece toda una selva sacada de Hawai.
También tenemos que decir, que en la zona norte de Tenerife todos los días que hemos estado ha estado lloviendo y nublado, ahí está también la razón de que todo esté tan verde y frondoso.
Pues bien, comenzamos nuestra ruta en bici y a 5km de la salida comenzamos la ascensión a un puerto con unos rampones dignos del mismisimo Angliru, 2km en un no parar donde los 50 metros finales se hacen imposibles de subir montados sobra nuestras bicicletas, ya que entre el suelo mojado y la pendiente, se hace imposible circular… de hecho allí se acerca a nosotros un hombre en su coche para comentarnos que él no ha sido capaz nunca de subir ese tramo con su mountain bike.
Ante esos inicios, uno de los componentes del grupo decide darse la vuelta ante lo que estima puede ser un sufrimiento extremo.
Tras continuar subiendo otros puertos y viendo el enorme tráfico que hay en la carretera que va hacia Santa Cruz, decidimos recortar el recorrido, en parte también por llegar más pronto al alojamiento, ya que hay que devolver las bicicletas y parte del grupo se vuelve para coger el vuelo de vuelta a las 6.50 de la madrugada del día siguiente, pero claro, debe dormir cerca del aeropuerto de Tenerife sur, que está en la otra parte de la isla, a poco más de 1 hora en coche.
Procedemos entonces a entrar en el parque de Anaga, que nos saluda con una fila de Eucaliptus y su agradable olor nada más entrar.
El puerto es impresionante, entre una auténtica selva vamos ascendiendo y contemplando los bordes de la carretera hasta llegar al Pico del Inglés, desde donde tenemos una excelente panorámica de todo el parque así como del Teide… ejem, si no hubiese habido nubes, claro.
Bajando de vuelta hace un frío tremendo y además se pone a llover, sin embargo todo es descenso, con lo que llegamos muy pronto al alojamiento con tan solo 48 km recorridos, pero eso sí…1500m de desnivel acumulado.
Una vez acabado el "viaje ciclista" como tal, la idea era subir a la cima del Teide al día siguiente, para ello hemos reservado funicular para las 9.50 de la mañana (27 eur ida y vuelta) y sacado el permiso necesario para ascender los metros finales hasta la cima.
Así que como hemos terminado mucho antes de lo esperado la etapa, hay tiempo para subir a la base del Teide por la vertiente de Santa Cruz, que se considera muy bonita y ha estado cortada algunos días anteriores por hielo.
Dicho y hecho, devolvemos las bicicletas, cogemos nuestro coche y vamos ascendiendo por el puerto con apenas muy pocos coches, eso sí, bajo un continuo manto de nubes y lluvia a tramos.
El ascenso discurre entre una arboleda y con un asfalto impecable, con diversos miradores en el camino hasta poco a poco ir atravesando el manto de nubes y dando paso al paisaje lunar volcánico llegando al observatorio astrofísico, donde por cierto, nos intentamos acercar pero la carretera tiene acceso controlado y no se puede pasar.
Una vez en el plato superior y con 2 o 3 horas de luz, aprovechamos para familiarizarnos con la zona, ir hasta la base del teleférico, parar en todos y cada uno de los miradores y disfrutar como enanos de un paisaje increíble.
Ya con el sol a punto de caer buscamos alojamiento, probamos en el parador, apenas a 5km de la base del teleférico, pero se encuentra completo, con lo que lo siguiente más cercano es el pueblo llamado Vilaflor, que se encuentra descendiendo hacia Tenerife en otra de las vertientes del teide y a unos 30-40 minutos aproximadamente de la base del teleférico.
En strava: https://www.strava.com/activities/2094592077
Subiendo Sa Talaia con el mar de testigo