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Asturias es un lugar que vive el ciclismo intensamente, y Pola de Lena es un claro ejemplo de ello. Este pintoresco pueblo asturiano es el punto de partida para varios puertos icónicos como La Cobertoria y el Angliru. Sin embargo, otro de sus tesoros es el Puerto del Cordal, también conocido como La Soterraña. Este puerto presenta un desafío de cinco kilómetros con una pendiente media del 9% y alcanza los 788 metros de altitud.
La subida al Cordal es un prólogo clásico en la Vuelta a España antes de enfrentar el temido Angliru. Para muchos ciclistas, esta ruta es ideal para preparar las piernas y calibrar el desarrollo adecuado de la bicicleta. El paisaje ofrece tramos de mejora en el asfalto, con suficientes curvas y herraduras para mantener a los ciclistas atentos, especialmente en las bajadas rápidas y sombreadas que pueden esconder sorpresas.
Además de la experiencia ciclista, el entorno es un deleite visual. En otoño, los tonos amarillos, marrones y verdes contrastan maravillosamente, con unas vistas que incluyen la belleza del valle y, en días despejados, la majestuosa luna en el horizonte. Durante el trayecto, se atraviesan pequeñas aldeas asturianas con sus construcciones típicas, lo que aporta al viaje un toque cultural y tradicional.
A medida que se avanza hacia los últimos kilómetros, el Puerto del Cordal muestra su cara más exigente. Las pendientes alcanzan el 13%, y aunque el esfuerzo se intensifica, también lo hace la satisfacción de enfrentarse a un desafío de esta magnitud. El tramo final, conocido como el "Cuchu Puerco", enlaza con La Cobertoria, ofreciendo opciones para continuar explorando esta región ciclista.
Es importante destacar la conciencia ambiental que se fomenta entre los ciclistas, animando a todos a mantener la belleza del lugar intacta al no dejar residuos en la naturaleza. La experiencia en el Cordal no es solo deportiva; es también una lección de respeto por el entorno natural.
Con cada pedalada, el puerto revela su carácter único: esforzado, cautivador y siempre gratificante. Al coronar el Cordal, un nuevo paisaje se desvela, dejando a los ciclistas una sensación de logro y la promesa de regresar. Este puerto asturiano no solo es una prueba de resistencia, sino un viaje hacia la esencia misma del ciclismo.
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