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BIG | 694 |
Situada en pleno valle de la Valtellina, la vertiente de Grosio del Mortirolo es una de esas opciones menos conocidas y transitadas, pero no por ello menos espectaculares o exigentes. Nos encontramos ante un ascenso de 14 kilómetros con un desnivel acumulado de más de 1100 metros y una pendiente media del 8%, que invita a tomárselo con calma y a disfrutar del entorno, conscientes de estar afrontando uno de los puertos más míticos del ciclismo mundial.
Historia y mito se mezclan en las rampas del Mortirolo. Aunque la vertiente de Grosio nunca ha visto subir al Giro de Italia, sí ha sido escenario de algún descenso en la prueba. La carretera, concebida originalmente como paso entre valles antes de la aparición de otras vertientes asfaltadas, es ahora una alternativa a las célebres subidas por Mazzo o Tovo, menos legendarias pero no menos exigentes. Pese a no ser tan conocida como la vertiente de Mazzo —la clásica e icónica en las grandes gestas— y algo más benigna que las de Tovo o Mazzo, sigue siendo toda una ascensión de primera categoría, reservando tramos duros y sostenidos donde las piernas sienten la tradición ciclista de estas montañas.
La subida por Grosio, a diferencia de otras vertientes del Mortirolo, ofrece una carretera en muy buen estado y un ambiente algo más tranquilo, ideal para quienes desean disfrutar del puerto sin el tráfico de otras rutas. Al comienzo los porcentajes son mantenidos, con algunos tramos que rondan el 9% y otros que llegan al 11%, pero sin alcanzar las zonas extremas de otras vertientes como la de Tovo, con picos que superan con creces el 14%.
El entorno acompaña desde los primeros metros: pendientes rodeadas de vegetación frondosa y vistas espectaculares sobre el valle y la localidad de Grosio, que va quedando cada vez más abajo según tomamos altura. Es un puerto en el que se gana altitud rápidamente, gracias a las bonitas y amplias herraduras, aunque en esta vertiente no están señalizadas ni numeradas como ocurre en otras.
Durante la ascensión, pudimos compartir la experiencia con un amigo ciclista, Juanjo, con el que aprovechamos los días en la zona para descubrir no solo las rutas más conocidas, sino también estas otras vertientes que conservan su personalidad y dificultad. Si ya se ha afrontado la subida por Mazzo, siempre se anima a probar otras vertientes menos transitadas, como Tovo o la propia de Grosio, para poder decir que se han escalado las cuatro caras del Mortirolo, todo un reto al alcance de muy pocos.
La tranquilidad de la mañana, el frescor de la temperatura y unas condiciones ideales contribuyeron a saborear la subida. Aquí el esfuerzo es sostenido, pero afrontable con el desarrollo adecuado, permitiendo ir cómodos incluso en las rampas más exigentes. La ausencia del famoso monumento a Pantani, que está en la vertiente de Mazzo, recuerda que cada subida tiene su encanto propio y detalles que la diferencian.
El Mortirolo por Grosio puede que no sea la vertiente más mediática, pero sí es una opción excelente para quienes buscan un gran puerto, duro, bello y algo menos concurrido que los clásicos. Se anima a los ciclistas a planificar un día para descubrir esta cara del mito, disfrutando de su tranquilidad y del premio de coronar una de las grandes cimas del ciclismo alpino.
Puerto de Aubisque conseguido
Ya poco a poco nos acercamos a las vistas del Pantano de Tous