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BIG | 720 |
El Monte Zoncolan, uno de los puertos más exigentes y temidos de las grandes vueltas, especialmente en su ascenso desde Ovaro, no deja indiferente a ningún ciclista. Con un inicio en el icónico arco que señala su dureza, este puerto representa un verdadero desafío incluso para los más experimentados.
El recorrido se divide en tres partes bien definidas. Los primeros kilómetros, suaves al 9%, permiten a los ciclistas aclimatarse al esfuerzo que les aguarda. Este tramo culmina en la localidad de Liaris, donde comienza la verdadera esencia del Zoncolan con rampas que mantienen una media implacable del 16 al 15% en sus seis kilómetros más temidos, con algunos momentos alcanzando hasta el 20%.
La cima se convierte en un alivio progresivo mientras se superan las últimas dificultades. Los dos kilómetros finales, aunque todavía desafiantes, permiten disfrutar de los característicos túneles que aportan un respiro fresco y renovado, un premio al esfuerzo realizado. A pesar de su dureza, el asfalto es excelente, permitiendo a los ciclistas concentrarse en el desafío físico y mental que representa este puerto.
La altitud alcanza 1728 metros sobre el nivel del mar, acumulando un desnivel de 1210 metros a lo largo de los 10 kilómetros que componen el ascenso, logrando un desnivel medio escalofriante del 12,1%. El mítico puerto tiene un coeficiente de dureza que supera los 500 puntos, colocando al Zoncolan en una liguilla propia dentro del mundo del ciclismo.
Dentro de este contexto, Todo Ciclismo Radio documenta la ascensión llevada a cabo con una bicicleta Colnago CLX 3.0 equipada con Shimano Ultegra Di2, y utilizando desarrollos de 50x34 y un cassette 11x34 de 11 velocidades. Acompañados de un ciclocomputador Garmin Edge 1030, se captura cada detalle del ascenso para ofrecer una visión completa y envolvente del desafío.
A lo largo del recorrido, se aprecia el valor de cada metro subido, y las emociones que inundan a los ciclistas, en especial las sombras y ligeros respiros durante el recorrido. Es un trayecto que demanda no solo fuerza física, sino también una fortaleza mental notable, así como sentido común para enfrentar las rampas más inclinadas. Todo esto enmarca una experiencia inolvidable que brinda tanto satisfacción como orgullo a quienes logran coronar el legendario Monte Zoncolan.
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