L'Avellà

En la pintoresca comarca de Catí, ubicada en la provincia de Castellón, se encuentra el encantador puerto hacia el Balneari de la Bellá. Este pintoresco recorrido, clasificado como un puerto de tercera categoría, sorprende a todos aquellos que se aventuran a desafiarlo con sus casi 5 kilómetros de ascenso y un desnivel medios del 5.3%. A pesar de su relativa facilidad técnica, el recorrido enamora con su belleza natural y su camino bien asfaltado.

El trayecto inicia en medio de una frondosa arboleda, donde el frescor de los árboles acompaña a los ciclistas en los primeros kilómetros. A medida que se avanza, se observa cómo la vegetación disminuye debido a las características climáticas del Mediterráneo, donde el frío y la escasez de lluvia son frecuentes. Este primer tramo rectilíneo y algo monótono, se enriquece con las conocidas señales de “Puchada a la Bellá” que indican la distancia y la pendiente restante.

Sobre el tercer kilómetro, el paisaje se torna más sinuoso y la carretera se transforma en un serpenteante camino que va ganando altitud ofreciendo vistas cada vez más majestuosas. Aquí, el ambiente se asemeja a otros puertos como el del Peregrí en Enguera y Ayora, invitando a los ciclistas a disfrutar cada tramo mientras se internan más en el entorno natural.

En una inusual y gratificante sorpresa, el puerto ofrece una experiencia exclusiva al coronar: un corto túnel que, aunque bien asfaltado, carece de suficiente iluminación, lo que no resta encanto a este peculiar final del viaje. El recorrido culmina en la pedanía de La Bellá, parte del término municipal de Catí, donde se erige el balneario. Este enclave no solo premia el esfuerzo realizado con sus impresionantes vistas al mar Mediterráneo desde la cima, sino que también es un recordatorio de lo especial que es este lugar.

El Balneari de la Bellá es sin duda una joya escondida dentro del mundo del ciclismo que invita a ser descubierta. Un puerto accesible para casi todos, que no solo se valora por sus características físicas sino también por su belleza escénica. Así, esta fantástica experiencia en Catí promete no sólo desafiar las piernas de los ciclistas, sino también capturar sus corazones con cada pedalada.